Hernán Pacheco Ibañez condujo el primer programa de la radiodifusión boliviana en Argentina. Duró 40 años, de 1975 a 2015. En ese tiempo las emisoras de la colectividad se multiplicaron: en total hoy hay más 120 proyectos que transmiten noticias sobre Bolivia, actualizan ofertas de trabajo en Buenos Aires y anuncian bailes y restaurantes donde los paisanxs se juntan el fin de semana. Lucía Blasco cuenta una historia argenbol que incluye micrófonos, overlockas y oyentes de frecuencia modulada.
La Comadre Quirquiña hace radio desde hace 5 años. Sus radioyentes la apodaron así. Es de Santa Cruz de la Sierra, aunque la ropa que usa al travestirse es la típica de cholita, “porque la gente acá es más bien de origen andino”. Además de trabajar en radio, anima fiestas infantiles, es presentadora de eventos y humorista. De profesión: enfermera.
Así se presentaba mientras compartíamos una limonada en My Bolivia, barrio porteño de Flores, 12:30 horas. Habíamos pautada la cita una hora antes por Whatsapp. Ni bien arrancamos la charla me dijo que no tenía tiempo. En menos de dos horas tenía que salir al aire desde Radio Fuego, en Villa Celina, La Matanza y, en menos de media, debía atender a una paciente en Mataderos. No tuve tiempo a desilusionarme por el encuentro frustrado, ni mucho menos a terminar la limonada, que ya estábamos arriba de un Uber rumbo a Mataderos.
—Me travisto y vamos a la radio. Así ves cómo es todo el proceso de producción.
A las 13:30 estamos de vuelta en un auto rumbo a su casa en Villa Celina. En los 15 kilómetros recorridos me cuenta que está en Buenos Aires desde hace 8 años. Llegó a sus 22. Recibe una llamada. El relato se corta. Tiene que ultimar detalles con un auspiciante. Es una empresa de micro-créditos. Continúa. En Santa Cruz estudiaba en un convento para dar clases de catecismo. Otro llamado. Está cerrando otro negocio. En tres días viaja a Santa Cruz. Será la voz de un spot publicitario para un plan de compra de lotes en Bolivia para bolivianos/as residentes en Argentina. Continúa. Un día un cura viejo le aconsejó que no desaprovechara su vida, que fuera libre.
—Allá era difícil ser gay.
Se vino para la Argentina con una vecina. Trabajó en un taller de costura hasta que empezó a estudiar enfermería. Llegamos a su casa. La espero no más de 20 minutos. Viste ahora con una pollera de chola color azul, una remera roja y unas chatitas doradas. Agarra el sombrero negro de ala corta y arrancamos en un remis para Crazy Estilos: faltan las trenzas con las borlas. Llegamos a la radio, se termina de maquillar. A las 14:15 arranca el programa. Ese día se inaugura el Campeonato de Futbolines 2020. De manera improvisada, tapando la voz de Shakira La Quirqui canta:
— Llegó el momento, ya los talleres están inscriptos para jugar los futbolines, llegó el premio, serán Los Andes, será THS, quién será (risas). Y la pasión se enciende, los talleres calientes…
La productora del programa les avisa que ya llevan 120 talleres inscriptos para la Copa Quirquiña. El próximo martes se enfrentarán en la llave del Grupo A, los/as costureros/as de los talleres Hasta el fin del mundo te amaré vs Dame tu cosita. La transmisión del campeonato es en vivo a través del Facebook, por eso la radio se convierte en un estudio de televisión. Para pedir protección y buena fortuna, la inauguración se completa ch’allando con cerveza el campo de juego.
Ese día se da también la “lucha de empresas”, como le dicen a la competencia entre las compañías que auspician el campeonato: Los Andes vs THS Automotores. El perdedor se hace cargo del premio: un asado con un pack de coca y una visita de la radio al taller ganador. Luego de este anuncio, La Quirqui y su compañero ya idearon el próximo desafío pos mundial: reversionar la canción de América POP. En vez de “La historia de un taxista”, planean hacer “La historia de un tallerista”. La pista ya está sonando y la Quirqui improvisa:
—Ey vecina vámonos pá la Argentina que hay que trabajar. Llegué si si si a Liniers con mi amigo tallerista. Me puso a trabajar de ayudante. Vi que se ganaba bien y aprendí la over (máquina de coser). Trabajé mucho tiempo como overloquista y después aprendí la recta, y después dije, por qué no abro mi taller.
La “over” es un tipo específico de máquina de coser.
Sin querer la Quirqui cantaba también la historia de la radiodifusión boliviana en Buenos Aires. Podríamos reemplazar al tallerista por el radialista, o incluso por el horticultor. La historia de la escalera boliviana, caracterizada por interesantes ascensos socioeconómicos, es similar en distintas trayectorias. Los pioneros de cada uno de estos rubros migraron a la Argentina en algún momento de la década de 1970. Fueron empleados por coreanos, argentinos y portugueses. Aprendieron el oficio y juntaron algo de dinero. Durante la década de 1990 y 2000 lograron instalar sus propios emprendimientos. La Quirqui hace radio desde hace 5 años, pero la radiodifusión boliviana en Buenos Aires ya lleva 45 en el aire porteño.
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Sentir Boliviano cumplía 39 años al aire el 8 de noviembre de 2014. Desde 2013 y hasta 2015 el programa fue conducido y producido por Gisela, la hija de Hernán Pacheco Ibáñez, su creador y principal locutor. Gisela acompañó a su papá desde sus 15 años. Realizaba parte de la producción y atendía los teléfonos. En 2013, luego del fallecimiento de su papá, decidió continuar con el programa, poniéndose ella a la cabeza. Su meta era llegar a los 40 años de trayectoria radial. Gisela es argentina, pero el tatuaje que cubre la parte superior de su brazo derecho dice bien grande: Sentir Boliviano.
Para recordar los inicios del programa ese 8 de noviembre de 2014, Gisela ponía desde YouTube esos temitas clásicos de Los Sausales mientras agradecía a cada uno de sus auspiciantes.
—La verdad es que sin ellos no seríamos nada —me dijo más de una vez.
A los estudios de la radio de América Latina se acercaron referentes de la colectividad y amigos. A través del Facebook no paraban de llegar saludos. Había empanadas y sanguchitos para compartir. Adriana, una radioyente y auspiciante con su emprendimiento Tortas Azucena se acercó con su regalo: “Feliz Aniversario Sentir Boliviano”, se leía en celeste sobre la crema.
Gisela estaba emocionada. No era para menos. Llevó a la radio un cassette con una grabación de otro 8 de noviembre, pero de 1979. A través de la fritura de la AM se escuchaba:
—A partir de este momento y desde LS6 Radio del Pueblo: Sentir Boliviano.
Aquel día su padre celebraba el 4to aniversario del programa; se invitaba a los/as radioyentes al baile de esa noche en el Club San Lorenzo de Almagro. Desde La Paz, Bolivia, y de manera exclusiva por primera vez en Argentina se presentaba la Orquesta California. De fondo sonaba la cumbia chicha: Ay ay ay ven mi dulce amor, ay ay me muero por ti.
Gisela volvía al aire y orgullosa recordaba que su padre presentó a artistas de la talla de Leonardo Favio, Leo Dan, Ricky Maravilla, Alcides, al Conejo Sebastián, al Grupo Sombras. Hace una pausa. ¡Y también al señor René Careaga!
Hernán Pacheco Ibañez, o Pachequito, como le decían sus amigos, es considerado el pionero de la radiodifusión boliviana en Buenos Aires. Su programa salió por primera vez al aire en 1975 desde Radio Argentina AM 570. Era paceño y a sus 20 años, hacia fines de la década de 1960 se vino para Buenos Aires. El gran Pacheco es parte de esa generación de bolivianos/as que migró a Buenos Aires y se quedó. Sus paisanos/as, antes, lo hacían de manera estacional y a las provincias vecinas de Argentina, combinando el trabajo agrícola en Bolivia con la zafra en Jujuy o Salta. Estudió Operación técnica en el ISER, Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica, y según Hernán el programa surgió por influencia de sus compañeros argentinos que le decían:
—Tanto boliviano que hay acá, por qué no hacés un programa boliviano.
A pesar de que Sentir Boliviano no se encontraba en la franja horaria de mayor audiencia, y apenas alcanzaba la hora de duración, poco a poco adquirió popularidad y, detrás de Pacheco, otros/as connacionales se aventuraron al mundo de la radio. La oferta se multiplicó y entre 1975 y 1989 existieron 7 programas por y para bolivianos/as que circularon por las principales Radios Nacionales: Splendid, Excélsior, Belgrano, Argentina, Nacional.
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En 1992 un empresario argentino vinculado a la industria musical se acercó al COMFER, el Comité Federal de Radiodifusión, para conseguir una licencia FM y difundir a los artistas musicales que producía. Su proyecto se frustró. El espectro radioeléctrico estaba saturado. La última dictadura militar no sólo privatizó un número importante de Radios Nacionales, sino que también complicó el acceso a licencias para las nuevas radios chicas comerciales, e imposibilitó a miles de radios comunitarias. Durante la presidencia de Carlos Menem la situación empeoró y el mapa mediático se concentró mucho más.
El empresario, apostando a la buena relación que tenía con el cura del barrio, le propuso que sea la Iglesia la detentora de la frecuencia radial; porque la Iglesia Católica podía acceder sin concurso previo.
—El cura se entusiasmó. La Iglesia quería la radio para transmitir la misa de los domingos, sus noticieros parroquiales y después bueno, campañas, como las de colecta de alimentos.
Esa radio salió por primera vez al aire en 1993 y, a los pocos meses de su inauguración, se acercó Hernán Pacheco y alquiló un espacio para Sentir Boliviano. Y detrás de Pacheco el resto de los programas con sus auspiciantes, también bolivianos. El proceso de privatización de las Radios Nacionales había complicado la continuidad de estos programas. El empresario decía:
—Cuando me quise acordar, la radio se hizo boliviana. ¡Era tanta la demanda del espacio! Y bueno, a mí me convenía porque era difícil mantener una radio.
Al tiempo esta radio recibió una denuncia por no responder al fin religioso. Desde el COMFER se ordenó el decomiso de los equipos y desde el Episcopado el traslado del cura.
—Siempre hay gente que le molesta todo. En este caso discriminaron a la música tropical. Incluso lo mencionaron al padre como “el cura bailantero”.
Ese mismo año invirtió otra vez en equipamiento y consiguió una licencia AM. Si el concepto de la radio anterior refería más a la innovación tecnológica, la nueva radio quedó más dentro de un aura boliviana y religiosa. Algo similar le pasó a otra radio, de otro empresario argentino que se instaló para difundir discografía centroamericana de una compañía radicada en Los Ángeles, Estados Unidos. Las dos radios, sin habérselo propuesto, se transformaron en bolivianas. Y fueron un éxito.
A las dos llegó Pachequito para alquilar un espacio y, detrás de él, el resto de la historia que ya conocemos. Desde entonces el radioyente ya no tuvo que esperar un día y un horario de la semana para escuchar su programa, sino que tuvo acceso durante las 24 horas del día a un mix de información y oferta de bienes y servicios por y para bolivianos/as. Allí también escuchaba la música que lo sumergía en su lugar de origen, recibía noticias sobre Bolivia y de lo importante sobre su colectividad en la ciudad, se enteraba de ofertas laborales y habitacionales y sabía en qué club, restaurante o baile se encontraría con sus paisanos/as al llegar el fin de semana.
Por estas radios semillero pasaron la mayoría de los/as radialistas que a partir de 2004 llevaron adelante sus propios emprendimientos radiales. Desde entonces las radios por, para, y de bolivianos/as se multiplicaron. Al preguntar cuántas hay, el número puede ascender a 120. La lista es bien numerosa. Es difícil saber con precisión si son más o menos. Lo cierto es que, en cada barrio o municipio territorializado por los/as residentes de origen boliviano, suele haber al menos tres radios de referencia. Sus radioyentes las sintonizan desde sus frecuencias moduladas, a través de sus páginas de Internet y de Facebook o desde sus aplicaciones alojadas en Playstore o Tune in. También van a los estudios para ver en cartelera los avisos clasificados o para salir al aire y pasar algún aviso, saludo o queja.
Ellas están en “los lugares de los hechos”, pueden transformarse en centro de empadronamiento para las Elecciones Presidenciales del Estado Plurinacional de Bolivia o seguir de cerca los acontecimientos políticos, económicos y sociales en territorio boliviano. La heterogeneidad que confluye en ellas es bien interesante. Su historia argentoboliviana, se dio un poco en esos términos: el pionero, el ISER y los bailes; el empresario argentino y el cura bailantero; la hija del pionero y el orgullo por su Sentir Boliviano; La Quirquiña, los negocios, la diversidad y los futbolines.
La historia de la radiodifusión boliviana en Buenos Aires incluye las peripecias de sus protagonistas, quienes supieron sortear imprevistos y aprovechar al máximo cada acontecimiento. Una historia que permite seguir haciendo hacer radio “Desde Buenos Aires para toda la colectividad boliviana”.
Julio 2020